top of page

Anita Roddick

 

 

Mi primer contacto con esta espléndida mujer fue indirecto.  Tenía diecinueve años,

estaba en Londres cumpliendo el sueño de mi vida y, por supuesto,

en una estación de tren.  La estación Victoria, para ser más precisa. 

Estaba lista para todo, conocía los detalles de la arquitectura, las historias de la guerra y de la paz, de reinas y plebeyos, de hombres de galera y sufragistas.  Tenía los ojos húmedos de puro contacto místico cuando algo llamó mi atención.  Perfume.  Perfume rico, sin pretensiones, natural, shampoo, cosméticos y carteles de salven a las ballenas.  Todo en un mismo lugar, en la estación Victoria.  Del sentimiento místico pasé a una sana euforia consumista.  Crucé la puerta y me recibió una mujer joven, llena de piercings, de sonrisa franca y pancita prominente, exactamente lo contrario a todo lo que uno puede imaginar en un lugar de estética.  Naturalmente me fascinó.  Mientras llenaba de los productos más diversos mi bolsa de papel madera, tan cubierta de mensajes panfletarios que no tenía espacio para reposar los ojos, le pregunté a la cajera cuanto hacía que había fundado ese negocio.  Supongo que me perdonó por el acento.  No era su negocio.  Era parte de una red presente en 54 países, de ideas claras y de nombre simple:  "The Body Shop".  Junto con el material impreso en la bolsa me dio una publicación con aspecto de periódico en la que convivían el efecto invernadero, la liberación femenina y masajeadores de pies hechos por alguna comunidad en África.  La fundadora de este pequeño imperio de incoherencias se llamaba Anita Roddick.

Anita empezó, como tantas mujeres, por necesidad.  Era maestra, tenía dos niñas y una casa que mantener.  Le gustaba el shampoo y las cremas y era hippie.  Alquiló el local más barato que pudo encontrar cerca de su casa.  Pintó las paredes de verde para que no se notara el moho y usó envases de análisis de orina porque no tenía opción.  El resto es una mezcla de sentido común, pasión y trabajo de burra.  Esta es una parte de una entrevista que se le hizo cuando ya era furor:

 

"El primer the Body Shop fue una serie de accidentes brillantes . Tenía rico olor, tenía un nombre funky. Estaba entre dos funerarias, por lo que provocaba controversia. Era increíblemente sensual. Era 1976 , el año de la ola de calor, así que había un montón de piel en los alrededores. Sabíamos del poder de contar historias, entonces, todos los productos tenían historias. Reciclabamos, no porque estábamos con el medio ambiente en ese momento, sino porque no teníamos suficientes botellas . Era una buena idea. Lo que tenía de único, sin ninguna intención, sin marketing, fue traducido a todas las culturas , a través de barreras geográficas y de estructuras sociales . No fue un plan sofisticado, simplemente sucedió así. "

 

De alguna manera Anita logró un éxito comercial capitalista para combatir el capitalismo.  Lo que comenzó como una necesidad práctica se transformó en convicción ecológica.  Su visión hippie se transformó en un activismo al que le puso el cuerpo, literalmente.  Anita cambió el paradigma de partir de la necesidad para encontrar el proveedor. 

¿Cómo lo hizo?, cuando la empresa se transformó en grande, comenzó a buscar comunidades en situación de riesgo para preguntarles qué podían hacer.  No qué podían hacer que ella necesitara sino al revés.  Un trato comercial que les permitiera acompañar sus raices con trabajo genuino y rentable.  The body shop compraba a cada productor de manera individual, pagando precio internacional.  También pagaba un sobreprecio para fomentar la asociación de estos productores independientes con sus vecinos.  Es decir, si yo produzco tomate y mi vecino también y otro también, The body shop compraba esos tomates para preparar, digamos, una mascarilla, y pagaba un sobreprecio para fomentar financiando una junta de vecinos que pudiera abastecer a las familias de necesidades comunes como salas de auxilios, escuelas y puentes.  Revolucionaria, ¿no?

Anita Roddick llegaba a lugares inhóspitos a buscar comunidades aisladas para reunirse con las mujeres a hacerles una pregunta tan femenina como universal:  ¿Cómo cuidas tu piel, tu pelo, tus uñas?  A partir de algo tan aparentemente superficial Anita puso su palada de arena para cambiar el mundo:  Una empresa rentable, multinacional, definida por su compromiso social.

Conocí a Anita en Buenos Aires, tuve un encuentro con ella tan mágico como efímero.  Pero eso queda para otro día.  Ahora algunos recursos para conocer más a esta brillante mujer.

 

"Cuerpo y alma"  Libro delicioso, autobiográfico, dificil de conseguir.  Si lo encontrás tirate encima y no permitas que te lo saquen.

hay videos en Youtube maravillosos si hablas inglés.  

 

 

 

bottom of page